Evolución histórica de la raza

La raza bovina Negra Andaluza, también conocida popularmente como Negra Campiñesa o Negra de las Campiñas, se encuentra reconocida oficialmente en el Catálogo Oficial de Razas de Ganado de España en la categoría de Razas autóctonas, pudiéndose considerar como «amenazada» de conformidad con la Disposición transitoria segunda del Real Decreto 45/2019, de 8 de febrero, «de Zootecnia» (al haber sido catalogada como «raza en peligro de extinción» en la anterior versión del mencionado Catálogo Oficial, del derogado Real Decreto 2129/2008, de 26 de diciembre).

Tuvo una importancia primordial en el sur peninsular hasta la mecanización del campo, por sus cualidades como animal de trabajo, existiendo yuntas de vacas de la raza en prácticamente todas las fincas agrícolas de esta zona geográfica.

Esta importancia se demuestra con el hecho de que, en fecha tan temprana para la Zootecnia como 1917, D. Rafael Castejón Martínez de Arizala, arabista insigne, ilustre profesor de la Escuela de Veterinaria de Córdoba, decano de la misma; publica una monografía sobre los Bóvidos de Andalucía en la que manifiesta los siguiente:

«La filiación exacta de la raza Cóncava Morena ha sido dada por el eminente zootécnico francés P. Dechambre, que le asigna las características siguientes: eumétrica o de tamaño medio, concavilínea en sus perfiles, brevilínea por sus proporciones corporales y de capa morena, es, por tanto, de las que reúnen armonicidad más pura entre todas las razas.

Su origen es el Bos mauritánicus, venido de África cuando aún no se había formado el estrecho. Se trata de animales de cabeza corta, frente ancha y espaciosa, clara, algo chata o de perfil entrante, cuernos cóncavos, bajos y recogidos, cortos y fuertes, astinegros casi siempre, cuello corto y musculoso, pechos muy anchos y separados, tronco redondeado, cilíndrico, de costillas abombadas, muy recto, grupa recta, bien desarrollada, con nacimiento de la cola alta y bien colocada, nalga plana y corvejones bastante rectos y extremidades finas y bien aplomadas.

La capa del toro andaluz como todos los cóncavos es morena, las mucosas negras, alcanzando a toda la mucosa bucal; el color predominante es el negro zaíno.»

Posteriormente, D. Gumersindo Aparicio Sánchez, catedrático de Zootecnia de la Facultad de Veterinaria de Córdoba, en su Zootecnia especial publicada en 1944, citando al Dr. Castejón, describe la raza en los siguientes términos:

«Nuestras razas cóncavas, morenas, derivan de braquíceros africano, netamente celoide y de pelaje sombrío, que adaptándose a los terrenos sedentarios produce agrupaciones celoides. Por la acción del hombre, buscando la acometividad, se produjo el toro de lidia y por otro, en función del dinamismo se produjo la Raza Negra, de carne y trabajo.»

En 1981 el Ministerio de Agricultura publica el primer Catálogo de Razas de España, en el que se describe a la raza como eumétrica o subhipermétrica, mesolínea, y subconcava, con un acentuado dimorfismo sexual. (A. Sánchez Belda).

Sin embargo, en 1982, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación publicó «La Raza Bovina Avileña-Negra Ibérica», monografía cuyo autor es igualmente D. Antonio Sánchez Belda, que al describir los orígenes de esta raza incluye, entre otros muchos los siguientes párrafos sobre la Raza Negra Andaluza:

«El último acto en la formación de la raza Avileña, tuvo como actor nuevo en escena a la raza Negra Campiñesa o Negra Andaluza cuyo parentesco mutuo es estrecho y próximo.»

«En 1914, D. Francisco Ramírez, de Villafranca de la Sierra, localidad del partido de Piedrahita, buscando la mejora de la producción de carne, sin perder la caracterización racial, importó de Córdoba sementales de un tipo muy afín, la raza Negra Campiñesa.»

«Con ello, al conseguir los objetivos deseados, introdujo una particularidad exteriorista que después había de tener intensas repercusiones, el bocinegro, aunque sospechamos que este factor pigmentario ya existía en el seno de la raza; es decir, que el ganado primitivo no era uniformemente bociclaro. La infusión de la nueva sangre condujo a extremos opuestos, quedando limitada la presencia de esta última peculiaridad feneróptica a algunos ejemplares de la zona barqueña.»

«Es de destacar la naturaleza de este cruzamiento, que para nosotros fue de primera generación, seguido de reproducción cerrada entre mestizos. También su gran dispersión si juzgamos por la prodigalidad factor bocinegro.»

«En el Concurso General de Ganados de 1930, fueron dados a conocer los productos de este cruzamiento, con independencia de las variedades admitidas para la raza. El cronista informa:

También en este concurso se presentó, por primera vez, la cruza de Negro Campiñés con Avileña, por D. Francisco Ramírez, ganadero inteligente, que desde tiempo inmemorial venia exponiendo ganado Avileño, quiso adelantar y creyó encontrar el medio en el ganado andaluz, de mayor finura. En efecto, el resultado no ha podido ser mejor, pues ha obtenido productos de gran porte, con cabeza más fina y pequeña, menos papada, buen tercio anterior y posterior, rectitud de dorso y denotada finura de la piel y el esqueleto. En resumen, un Avileño negro perfecto, si no hubiera perdido la coloración típica gris del hocico.»

«Según los ganaderos, con la nueva sangre, no solo se introdujo el bocinegro, sino también el temperamento más bronco. Además, el producto derivado perdió el gigantismo propio del antiguo tronco racial, siendo paralela la reducción de la alzada a las ganancias de los diámetros trasversales y a la ampulosidad de formas por desarrollo de las masas musculares.»

Unos años después, en 2002, en el nuevo Catálogo de Razas Ganaderas Españolas Bovinas, publicado por el Ministerio de Agricultura, del que es autor y director el mencionado D. Antonio Sánchez Belda, se describe la raza en los siguientes términos:

«Morfológicamente la raza agrupa, animales de perfil recto con abundante variación hacia el convexo por influencias de sangre espúrea, proporciones medias, con tendencia a la hipermetría, poca masa y mucho hueso, capa negra zaina… », para después mencionar la frente excavada.»

Hasta aquí lo expuesto por D. Antonio Sánchez Belda.
Así pues, autores de la categoría de los citados constatan la importancia que tuvo la Raza hasta la primera mitad del pasado siglo XX, tanto que influyó en la mejora de la conformación de otra raza tan extendida como la Avileña-Negra Ibérica, llegando a ser una de las poblaciones bovinas más numerosas del Sur de España gracias a su doble orientación productiva trabajo-carne.

Por el contrario, en la segunda mitad de dicho siglo la Raza entró en declive al generalizarse la mecanización del campo y ser sustituida como animal de trabajo por la tracción mecánica, desencadenándose una situación de segmentación y aislamiento en subpoblaciones lo que, junto a su falta de competitividad en producción cárnica desde el punto de vista cuantitativo, la ausencia de programas genéticos oficiales y la inexistencia de una asociación de criadores específica, produjo una disminución drástica de los censos, junto con un aislamiento de las poblaciones, lo que llevó a la raza a iniciar el proceso contrario al anterior, nutriéndose en ocasiones algunas ganaderías de sementales selectos de una raza, como hemos visto, muy próxima filogenéticamente y, en esta época ya, mucho más avanzada desde el punto de vista organizativo como es la raza Avileña-Negra Ibérica.

Toro negra andaluza en el campo

Por todo lo expuesto puede afirmarse que, la vuelta, de algunos sementales de dicha raza a algunos rebaños de Andalucía no ha venido a suponer una erosión de las características esenciales de la misma, sino más bien a devolverle algunos de sus caracteres  fundamentales. De este modo la raza podrá ser descrita como lo hizo en 1.917 D. Rafael Castejón Martínez de Arizala: Celoide, negra zaina y de cabos finos.